LA VOZ DE LA COALICIÓN
Foto: Asociación Mexicana de Partería |
Por: Cristina Alonso Lord* y Silvia María Loggia**
Cimacnoticias | México, DF.- 23/02/2016
El cambio demográfico y los estilos de vida indican que existen madres adolescentes –producto de un embarazo no deseado– o adultas al final del periodo reproductivo, con mayores tasas de complicación.
Hay más mujeres con sobrepeso y obesidad; que sobreviven a una enfermedad grave de la niñez y necesitan un cuidado especial durante el embarazo y el parto; crecientes tasas de partos que no requerían cesárea.
Este proceso expone a una polarización en la prestación de servicios de atención a la salud materna en “alto riesgo” y “bajo riesgo”, en un contexto donde sólo existen poco más de 400 hospitales “resolutivos” para las complicaciones obstétricas a lo largo del país.
El cambio demográfico (incremento de población adulta mayor en relación a la población joven) y la combinación con el perfil epidemiológico (incremento de muertes derivadas de enfermedades no trasmisibles en relación a las infecciosas) –aunque México puede presentar ambos en algunas entidades federativas– requieren de profesionales de la salud altamente especializados para la atención de alrededor de 25 por ciento de las mujeres y, un perfil adecuado para la atención de embarazos de bajo riesgo que constituyen 75 por ciento de las mujeres del país, en una red funcional que asegure la atención oportuna y universal de la emergencia obstétrica.
En este marco, es oportuna la integración del modelo de partería en el actual sistema de salud. No obstante, significa revertir la actual pirámide de los recursos humanos en salud, 70 por ciento desempeñándose en el segundo y tercer nivel de atención, y sólo un 30 por ciento en el primer nivel de atención.
El siguiente paso es transformar las políticas públicas, insertar el modelo de partería al andamiaje normativo, reorientar la planificación y reordenar del ejercicio presupuestal.
La Coalición por la Salud de las Mujeres, con base en la evidencia internacional, contribuye a establecer propuestas dirigidas a mejorar la calidad de la atención de salud materna y del recién nacido.
La mayoría de las mexicanas irá al hospital para dar a luz, es decir tendrá acceso a atención institucionalizada del parto, pero no es sinónimo de atención con calidad por las carencias de infraestructura y recursos humanos en el sistema de salud. El modelo de atención del sistema hospitalario requiere una transformación para que las mujeres reciban un trato digno y respetuoso.
México debe pensar en la construcción del modelo de partería pluricultural. El sistema de salud debe fortalecer la atención del parto en el primer nivel de atención con un equipo multidisciplinario e integrado a un sistema funcional de atención a las emergencias.
La contratación de parteras, por sí misma, en el sistema de salud actual, no es suficiente para transformar la realidad de un parto digno. Se requiere articular un modelo de partería cuyo eje esté centrado en las mujeres y en sus necesidades, y capaz de generar la confianza con las usuarias.
El enfoque debe ser la entrega de servicios de salud basados en la comunidad, es decir, en el primer nivel de atención y en la atención primaria a la salud.
Hoy existen oportunidades para que las parteras puedan fortalecer sus habilidades en la organización y dirección de los servicios locales para las mujeres, parejas y familias.
México se encuentra en un camino de transformación: por la permanencia y continuidad de las parteras tradicionales, por la formación de parteras técnicas profesionales, y el surgimiento de nuevas escuelas de partería; por la reorientación de las licenciadas en enfermería y obstetricia, y la especialización en enfermería perinatal, y por la expresión de las voces de las mujeres que reclaman un cambio en la forma de parir.
¿POR QUÉ LA PARTERA Y EL MODELO DE PARTERÍA?
Una partera está capacitada para acompañar, asesorar y atender a la madre durante el embarazo, el parto y el puerperio, prepararla para el trabajo de parto y asistirla durante el parto. Está capacitada para llevar a cabo los nacimientos con autonomía y recibir al bebé y proporcionarle los cuidados necesarios en sus primeras horas de vida; incluye medidas preventivas, la detección de complicaciones en la madre –y bebé– y la realización de medidas de estabilización y referencia en caso de emergencia.
La partera debe constituir el primer punto de contacto para las mujeres que acceden a los servicios de salud materna y es el conducto para la atención a lo largo del embarazo, el parto y el periodo posnatal.
Es una experta en el embarazo de bajo riesgo y, también ofrece un papel fundamental en la coordinación con el proceso de referencia del primer al segundo nivel y cuando la mujer regresa a la comunidad, y tiene la capacidad de dar seguimiento y mantener la atención.
Los principios clave para el modelo de partería deben construirse sobre la base de los siguientes aspectos:
a) Las mujeres deben tener un servicio de maternidad integrado, que garantice la continuidad en la atención.
b) La mayor parte de la atención debe estar basada en la comunidad, es decir, en el primer nivel de atención.
c) Las mujeres deben tener fácil acceso a una partera como primer punto de contacto durante el embarazo.
d) Las mujeres deben tener acceso las 24 horas a la asesoría y apoyo de una partera.
e) Para cuidar los resultados de la atención para las mujeres, las parteras deben ser capaces de referirse directamente a otros profesionales de la salud, canalizar a las mujeres a servicios especializados y/o recibirlas para poder establecer un seguimiento en el ámbito local.
f) La partera debe ser parte de un equipo multidisciplinario que facilite la comunicación entre los diferentes niveles de atención.
Los servicios de las parteras pueden basarse en la comunidad (parto en casa o en la comunidad), en los centros de salud, pero también cerca o adentro de hospitales (como son las Posadas y los Centros de Nacimiento). La evidencia mundial indica que la partera y el modelo de partería es una opción segura para todas las mujeres que presentan un embarazo de bajo riesgo.
Hacemos un llamado al doctor José Narro, recién nombrado secretario de Salud, a tomar acciones concretas para revertir la pobre calidad de la atención, la hipermedicalización y la iatrogenia (alteración, especialmente negativa, del estado de la o el paciente producida por el personal médico) tan frecuente en los hospitales, involucrando las voces de las mujeres para contribuir a hacer realidad lo escrito en el Plan Nacional de Desarrollo y a fortalecer las políticas de salud materna y del recién nacido.
Este proceso optimizaría y redistribuiría de mejor manera la inversión en salud materna con impactos en la mejora de la calidad de la atención, la eliminación de la violencia obstétrica y, potencialmente, la reducción en la morbimortalidad materna.
México necesita transformar la forma de parir y de nacer, y garantizar el cumplimiento efectivo de los derechos sexuales y reproductivos.
*Cristina Alonso Lord es presidenta de la Asociación Mexicana de Partería (AMP).
**Silvia María Loggia es secretaria técnica de AMP.
***AMP es parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Hay más mujeres con sobrepeso y obesidad; que sobreviven a una enfermedad grave de la niñez y necesitan un cuidado especial durante el embarazo y el parto; crecientes tasas de partos que no requerían cesárea.
Este proceso expone a una polarización en la prestación de servicios de atención a la salud materna en “alto riesgo” y “bajo riesgo”, en un contexto donde sólo existen poco más de 400 hospitales “resolutivos” para las complicaciones obstétricas a lo largo del país.
El cambio demográfico (incremento de población adulta mayor en relación a la población joven) y la combinación con el perfil epidemiológico (incremento de muertes derivadas de enfermedades no trasmisibles en relación a las infecciosas) –aunque México puede presentar ambos en algunas entidades federativas– requieren de profesionales de la salud altamente especializados para la atención de alrededor de 25 por ciento de las mujeres y, un perfil adecuado para la atención de embarazos de bajo riesgo que constituyen 75 por ciento de las mujeres del país, en una red funcional que asegure la atención oportuna y universal de la emergencia obstétrica.
En este marco, es oportuna la integración del modelo de partería en el actual sistema de salud. No obstante, significa revertir la actual pirámide de los recursos humanos en salud, 70 por ciento desempeñándose en el segundo y tercer nivel de atención, y sólo un 30 por ciento en el primer nivel de atención.
El siguiente paso es transformar las políticas públicas, insertar el modelo de partería al andamiaje normativo, reorientar la planificación y reordenar del ejercicio presupuestal.
La Coalición por la Salud de las Mujeres, con base en la evidencia internacional, contribuye a establecer propuestas dirigidas a mejorar la calidad de la atención de salud materna y del recién nacido.
La mayoría de las mexicanas irá al hospital para dar a luz, es decir tendrá acceso a atención institucionalizada del parto, pero no es sinónimo de atención con calidad por las carencias de infraestructura y recursos humanos en el sistema de salud. El modelo de atención del sistema hospitalario requiere una transformación para que las mujeres reciban un trato digno y respetuoso.
México debe pensar en la construcción del modelo de partería pluricultural. El sistema de salud debe fortalecer la atención del parto en el primer nivel de atención con un equipo multidisciplinario e integrado a un sistema funcional de atención a las emergencias.
La contratación de parteras, por sí misma, en el sistema de salud actual, no es suficiente para transformar la realidad de un parto digno. Se requiere articular un modelo de partería cuyo eje esté centrado en las mujeres y en sus necesidades, y capaz de generar la confianza con las usuarias.
El enfoque debe ser la entrega de servicios de salud basados en la comunidad, es decir, en el primer nivel de atención y en la atención primaria a la salud.
Hoy existen oportunidades para que las parteras puedan fortalecer sus habilidades en la organización y dirección de los servicios locales para las mujeres, parejas y familias.
México se encuentra en un camino de transformación: por la permanencia y continuidad de las parteras tradicionales, por la formación de parteras técnicas profesionales, y el surgimiento de nuevas escuelas de partería; por la reorientación de las licenciadas en enfermería y obstetricia, y la especialización en enfermería perinatal, y por la expresión de las voces de las mujeres que reclaman un cambio en la forma de parir.
¿POR QUÉ LA PARTERA Y EL MODELO DE PARTERÍA?
Una partera está capacitada para acompañar, asesorar y atender a la madre durante el embarazo, el parto y el puerperio, prepararla para el trabajo de parto y asistirla durante el parto. Está capacitada para llevar a cabo los nacimientos con autonomía y recibir al bebé y proporcionarle los cuidados necesarios en sus primeras horas de vida; incluye medidas preventivas, la detección de complicaciones en la madre –y bebé– y la realización de medidas de estabilización y referencia en caso de emergencia.
La partera debe constituir el primer punto de contacto para las mujeres que acceden a los servicios de salud materna y es el conducto para la atención a lo largo del embarazo, el parto y el periodo posnatal.
Es una experta en el embarazo de bajo riesgo y, también ofrece un papel fundamental en la coordinación con el proceso de referencia del primer al segundo nivel y cuando la mujer regresa a la comunidad, y tiene la capacidad de dar seguimiento y mantener la atención.
Los principios clave para el modelo de partería deben construirse sobre la base de los siguientes aspectos:
a) Las mujeres deben tener un servicio de maternidad integrado, que garantice la continuidad en la atención.
b) La mayor parte de la atención debe estar basada en la comunidad, es decir, en el primer nivel de atención.
c) Las mujeres deben tener fácil acceso a una partera como primer punto de contacto durante el embarazo.
d) Las mujeres deben tener acceso las 24 horas a la asesoría y apoyo de una partera.
e) Para cuidar los resultados de la atención para las mujeres, las parteras deben ser capaces de referirse directamente a otros profesionales de la salud, canalizar a las mujeres a servicios especializados y/o recibirlas para poder establecer un seguimiento en el ámbito local.
f) La partera debe ser parte de un equipo multidisciplinario que facilite la comunicación entre los diferentes niveles de atención.
Los servicios de las parteras pueden basarse en la comunidad (parto en casa o en la comunidad), en los centros de salud, pero también cerca o adentro de hospitales (como son las Posadas y los Centros de Nacimiento). La evidencia mundial indica que la partera y el modelo de partería es una opción segura para todas las mujeres que presentan un embarazo de bajo riesgo.
Hacemos un llamado al doctor José Narro, recién nombrado secretario de Salud, a tomar acciones concretas para revertir la pobre calidad de la atención, la hipermedicalización y la iatrogenia (alteración, especialmente negativa, del estado de la o el paciente producida por el personal médico) tan frecuente en los hospitales, involucrando las voces de las mujeres para contribuir a hacer realidad lo escrito en el Plan Nacional de Desarrollo y a fortalecer las políticas de salud materna y del recién nacido.
Este proceso optimizaría y redistribuiría de mejor manera la inversión en salud materna con impactos en la mejora de la calidad de la atención, la eliminación de la violencia obstétrica y, potencialmente, la reducción en la morbimortalidad materna.
México necesita transformar la forma de parir y de nacer, y garantizar el cumplimiento efectivo de los derechos sexuales y reproductivos.
*Cristina Alonso Lord es presidenta de la Asociación Mexicana de Partería (AMP).
**Silvia María Loggia es secretaria técnica de AMP.
***AMP es parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.